I. Natalicio de Arturo Uslar Pietri
Por Giorgio Belfiore | Perú
El 16 de mayo de 1906 vino al mundo, en la ciudad de Caracas, Arturo Uslar Pietri, figura capital de la cultura hispanoamericana del siglo XX. Su vida, que se extendió hasta el año 2001, constituye un testimonio inusualmente lúcido de compromiso intelectual con su tiempo. Uslar Pietri fue, simultáneamente, novelista, ensayista, abogado, profesor universitario, periodista, político, diplomático y conferencista de vastísima erudición. Pocas veces se conjugan en una sola persona tantas facetas con semejante solvencia.
Uslar Pietri pertenece a esa rara estirpe de humanistas integrales, herederos de una tradición cultural que ve en el saber no una acumulación de datos, sino una forma de sabiduría moral y civil, cuyo radio de acción trasciende los compartimentos disciplinares. Se le atribuye, con justicia, haber acuñado el término "realismo mágico", mucho antes de que García Márquez y los autores del llamado Boom lo convirtieran en emblema literario del continente. Su novela Las lanzas coloradas, publicada en 1931 cuando apenas cumplía los 25 años, es una obra de madurez precoz y de hondura histórica: allí no se canta la épica libertadora, sino que se examina críticamente la fractura social y la psicología de una nación naciente.
Fue también un pensador preocupado por el destino de Iberoamérica. En más de una ocasión advirtió, con tono profético, sobre el atraso estructural de nuestras economías, proponiendo una alternativa que llamó “sembrar el petróleo”, es decir, invertir las rentas de los recursos naturales en educación, ciencia y tecnología. Lo suyo no era retórica, sino voluntad de reforma racional. Se diría, sin exagerar, que fue un gramsciano sin etiquetas: deseaba una transformación profunda desde la cultura.
Su prolífica labor fue reconocida con múltiples distinciones, entre ellas el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1990), aunque lo que más enaltece su figura es el rigor con que ejerció la palabra. Su español era claro, elegante, meditado; un español que exigía al lector y no lo trataba con condescendencia.
Adentrarse en la obra de Uslar Pietri es un ejercicio de introspección crítica que nos reconcilia con una concepción hoy en desuso: la del intelectual como conciencia ética de su nación. Su estilo —austero, matizado, desprovisto de ornamentos superfluos— nos recuerda que el lenguaje, cuando se emplea con intención y profundidad, no solo transmite ideas, sino que tiene el potencial de moldear realidades o, al menos, de revelarlas en su complejidad más descarnada. Obras como La isla de Robinson (1981), una reflexión sobre la modernidad y el aislamiento, o Estación de máscaras (1964), un análisis de las tensiones sociales a través de la metáfora del carnaval, ejemplifican esta capacidad de Uslar Pietri para iluminar las contradicciones de su tiempo mediante una prosa de extraordinaria lucidez.
En un mundo contemporáneo caracterizado por la fragmentación y el estrépito, la voz de Uslar Pietri, serena y firme, resuena con una claridad y un decoro que invitan a la reflexión pausada. Su obra, que exige una lectura atenta y deliberada, no apela a la efímera espectacularidad, sino a la razón y al discernimiento. En este sentido, Uslar Pietri no solo sigue siendo un referente literario e intelectual, sino también un recordatorio de la función transformadora del pensamiento humanista en un contexto global que, con demasiada frecuencia, privilegia lo efímero sobre lo perenne.
II. León XIV, otro papa hispanoamericano
Por Ángel N. Salas | Perú
El pasado 8 de mayo del presente año se escogió como sucesor de la sede petrina al cardenal Robert Prevost, que ha tomado el nombre de León XIV. Ademas de sus relaciones católicas que son reinvidicadas por este medio es importante desglosar otros elementos.
El primero es su nacionalidad. A pesar de ser estadounidense por nacimiento, sus ancestros son de las poblaciones católicas históricas del país, sea por la ascendencia franco-italiana de su padre o el crisol materno, tanto de isleños criollos de Luisiana—recordando que su origen de esta población es gracias a Fernando VI y Carlos III—como mulatos de la isla de Santo Domingo. Este factor que puede ser meramente anecdótico si no investigamos del extenso ministerio eclesiástico que hizo en el mundo hispano.
Además de su labor en el Perú —en el cual nos extenderemos un poco más luego— y el cariño profesado a su diócesis de Chiclayo, llegando a pedir la nacionalidad, recorrió otros países hispanos, sea Santo Domingo, los países de América Central, o también España, está que inferido su conocimiento del español y las diferentes culturas de nuestros pueblos, junto con nuestros retos y problemas.
Se puede ejemplificar con su gestión en la diócesis de la costa norte peruana, la cual tuvo luces y sombras. Aunque su lineamiento con la ortodoxia de los principios de nuestra religión es constatable, especialmente en su oposición al progresismo social o también en bendecirla durante el Covid, a pesar que se deban alzar cejas con su cercanía a un personaje problemático como el cardenal Castillo —o no tanta, considerando que ha chocado con el en el caso de la bendición a Chiclayo—, además de su velado apoyo a las protestas de 2017 frente al indulto de Fujimori, llegando a pedir un perdón general a «los que fueron dañados en su gobierno» , lo cual ciertamente demuestra un carácter diplomático que no creará una confusión retórica pero si comunicacional. Sin olvidar tambien ser pieza clave en la erradicación del Sodalicio de Vida Cristiana y conseguir por ello la simpatía de algunas de sus víctimas
Ahora hablemos de la situación que afronta como pontífice. En el mundo descongelado que vivimos el ahora papa busca recordar explícitamente la devoción a Cristo con las palabras. A diferencia de la muchas veces retorica buenista pero confusa de Francisco pareciese que León XIV busca recordar lo importante en esta sociedad, que es la evangelización y reivindicar sus aspectos divinos de Jesús además de los humanos, como cristianos plenos. Eso no quita que tiene demasiados retos en su haber, comenzando por su patria de nacimiento, en la cual podrá tener roces por la administración Trump por el tema del trato a los migrantes —el que no niega, pero pide que sean tratados humanamente y no de un modo insultante— y experimentar un mundo católico en crecimiento, pero no solo nominal , sino también en los principios, siendo la juventud mucho más militante que sus padres, hace demostrar necesario el cambio de paradigma que lamentablemente se impuso en el posconcilio.
Ya otros hicieron análisis mas sesudos que el mío respecto a estas complejidades, pero no quita tenerlas en cuenta, y especialmente rezar, tanto por su conversión como para la Iglesia Católica en la tierra, y ver con interés a un pontífice también hispano.
III. La tripolaridad
Enrique Joaquín Lithgow Félix | República Dominicana
Las últimas semanas han sido un momento muy importante en la política exterior de República Dominicana. A finales de abril, tuvimos la visita histórica del canciller ruso Serguéi Lavrov a nuestro país. Se reunió con el presidente Luis Abinader en el Palacio Nacional junto con el Canciller Roberto Álvarez. El canciller Lavrov y el presidente de la República se reunieron con motivo de conmemorar el 80 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre RD y Rusia en el 1945 (cuando todavía era la antigua URSS), y continuar con el proyecto de abrir la primera embajada rusa en RD (ya que el embajador ruso en Venezuela actúa como embajador en RD).
Entre los temas que se discutieron durante su visita, el canciller Lavrov resaltó las conversaciones que se tuvieron sobre el establecimiento de un orden mundial multipolar dentro de la última década y agregó que Rusia veía en RD un «socio prometedor» dentro de Hispanoamérica. Estas acciones diplomáticas con Rusia pueden ser desarrollos positivos en el sentido de que puede ser un paso hacia más independencia diplomática de los Estados Unidos, el cual se está volviendo más y más exigente con sus aliados con una nueva Doctrina Monroe.
Se está haciendo muy evidente que las grandes potencias están tomando más y más interés en nuestro país. Buen ejemplo de esto es la visita del Secretario de Estado norteamericano Marco Rubio a nuestro país en febrero pasado, al igual que la rápida expansión de negocios chinos dentro de nuestro país desde que establecimos relaciones diplomáticas con la RPC en el 2018. A pesar de los avances en independencia diplomática que puede abrir la recién visita del canciller ruso, está claro que este interés en nuestro país de parte de estas potencias, si dejamos bajar la guardia, puede actuar contra nuestros intereses. EEUU quiere que seamos colaboradores en su nuevo bloque político y cultural norteamericano, mientras que China y Rusia buscan hacer de nosotros otro patio económico para ellos.
El abogado y escritor venezolano Laureano Vallenilla Lanz-Planchart una vez resaltó sobre las implicaciones de la guerra fría en Venezuela que: «Las masas, hartas de tanta espera, se echarán en brazos de un falso Cristo, trajeado de rojo. Quedaremos, entonces, bajo el yugo de la Unión Soviética y no serán los Estados Unidos quienes arriesgarán una guerra nuclear para liberarnos».
En el siglo XXI, las masas de nuestro país abrazan la bandera de estrellas y barras como un falso símbolo redentor frente a los remanentes regímenes socialistas y sus aliados políticos, mientras que se puede tener como garantizado que los rusos y chinos no tienen un auténtico interés en «protegernos» de la hegemonía norteamericana sin que vendamos nuestra dignidad a ellos.
Frente a este dilema geopolítico, la discusión sobre la multipolaridad es una que tiene que ser seriamente discutida por los analistas de la política exterior dominicana. Es por esto que lo más beneficioso sería perseguir una política «tripolar» frente a las tres grandes potencias. Propuesta originalmente por el jurista peruano Fernán Altuve, la tripolaridad efectivamente consiste en perseguir una política exterior constructiva y amigable frente a las tres potencias, según más convenga, manteniéndolas todas equidistantes.
Para empezar, se puede cooperar con EEUU a nivel de seguridad regional para prevenir la inmigración ilegal y el narcotráfico, esto le dará seguridad a Washington de que somos un país en la cual pueden confiar para aliviar cualquier problema en el Caribe. Con respecto a Rusia y China, podemos continuar desarrollando las relaciones socioeconómicas y comerciales que ya están establecidas. Es importante resaltar que este desarrollo debe llevarse de manera moderada y lenta, para que no sea comprometida la economía, población e industria local, y para que no nos comprometa a apoyar dichos países a nivel geopolítico.
Si nos mantenemos amigables hacia estos tres países en los temas más básicos, nos da la libertad de poder enfocarnos en la gran empresa geopolítica de consolidar la unidad iberoamericana a nivel geopolítico mundial con nuestras naciones hermanas. La tripolaridad, aplicada en sus respectivos contextos y ambientes locales, debería ser la gran estrategia americana para garantizar nuestro futuro para el próximo siglo. Manteniéndonos amigables, pero no alineados, con las tres grandes potencias nos dará suficiente espacio para respirar y organizarnos para que cuando se acabe el siglo asiático que viene, tras la conclusión final de la pax americana, podamos salir de nuestro refugio y forjar un nuevo siglo hispánico.
IV. El orientalismo anglosajón: el caso Trump
Alejandro Perdomo | Venezuela
Han sido frecuentes las bromas sobre Donald J. Trump siendo el primer presidente de los Estados Unidos con paralelismos notorios a un sultán otomano: es decir, un harén de mujeres orientales, constantes esquemas para generar hijos y un antiguo como lujoso apartamento, el Trump Tower triplex que le sirvió como residencia por décadas. Y aunque éste no es el tópico que vamos a tocar, nos pareció interesante comenzar con tono jocoso para un presidente jocoso. Trump es uno de los hombres más interesantes de los dos últimos siglos.
El presidente de los Estados Unidos de América terminó su viaje diplomático a Medio Oriente el día 16 de mayo de 2025. Su último destino fueron los Emiratos Árabes Unidos, así como había visitado Arabia Saudita y Qatar antes de su arribo a Abu Dhabi. Entre los cornerstones del peregrinaje a Medio Oriente se pueden resaltar el acuerdo por $1.4 trillones de Emiratos Árabes Unidos para invertir en inteligencia artificial en los Estados Unidos de América (junto a otro acuerdo de armas que equivale a unos $3.5 billones) y las conversaciones que se han estado llevando a cabo para dar una solución a la población palestina, esto último sin muchos detalles. Hay claros indicios de que se busca un acuerdo entre todo el Medio Oriente para acabar con el problema de la forma más pacífica posible, de aquí a que se generaran todo tipo de rumores (incluido un posible roce entre la administración Trump e Israel). Sin embargo, en esto último tampoco ahondaremos.
La política de los Estados Unidos, tras superar el esquema atlantista y la primacía de los intereses atlánticos y europeos, aparte del viraje geopolítico con Rusia, han llevado a que los Estados Unidos vuelvan al enfoque Roosevelt (el de Teddy, por supuesto) de poner las miras al Pacífico y así, al resto del continente asiático. Por ello, las principales MEF de la Infantería de Marina están en California. De allí la importancia estratégica de Hawaii, de Alaska, de todas las posesiones en el Pacífico. Por ello Estados Unidos prioriza su presencia militar en Japón, en Corea, por ello se ha preocupado por desescalar la situación con Corea del Norte.
Al mismo tiempo, abandonando el Extremo Oriente, vemos como nunca abandona aquella política disraeliana del Imperio oriental. Hace énfasis en el Medio Oriente y en el Extremo Oriente, valorando la política estadounidense allí por encima de la europea o atlántica, incluso de la panamericana. En el último caso, nosotros somos un triste patio trasero. Incluso hay que atreverse a decir que esto es una transmisión del legado de la angloesfera, pues recuerda a aquella frase que Schmitt atribuyó a Benjamin Disraeli: «Inglaterra es realmente un poder asiático más que europeo».
Si la administración Trump, dentro de sus viajes diplomáticos, prioriza las relaciones con las diferentes regiones del Oriente, más allá de sus propios intereses locales y de su presencia militar, es porque el futuro está en ellas. Porque son las únicas naciones que, con todas las cadenas del subdesarrollo y las limitaciones geográficas, están en vías de desarrollo. Al igual que el gran competidor de los Estados Unidos es, como ya hemos dicho, el Heartland, el coloso de Oriente. De aquí a que la gran isla anglosajona, los Estados Unidos de América, tengan poco que ver en sus aliados atlánticos y en el mundo europeo en general, porque no hay manera de que naciones desindustrializadas, con altos índices de inmigración y caos generalizado puedan servir de puente para la conquista del continente asiático.
Al revés, el continente asiático, los orientales, están en proceso de colonización de Europa. Además, Trump es un pragmático. No importa cuán desarrolladas, democráticas, liberales y correctas sean las naciones europeas, siempre que haya un Estado patrimonial árabe con grandes reservas petroleras. Trump entiende las relaciones internacionales, sacrificando las ideologías y los credos, porque viene del mundo de los negocios. Conoce cómo especular y cómo asfixiar a sus enemigos. No es el gran letrado de las relaciones internacionales, ciertamente, pero cuándo toca negociar y presionar al contrario, tiene cultura financiera. A veces lo único que se requiere en la geopolítica es tener el bastón, el palo, para hablar. No hay más.
Gran proyecto, muchas gracias por compartir.
¡Excelente iniciativa!