
Algunos detalles preliminares
Point Break (Kathryn Bigelow, 1991) ha excedido en volverse una de las grandes obras de culto de los años noventa, a pesar de haberse lanzado como un típico filme de acción, que no necesariamente cae, digámoslo con firmeza, en la monotonía del crime film. Cuenta con la participación de un experimentado Patrick Swayze —que en paz descanse—, un novato Keanu Reeves, la hermosa Lori Petty y un veterano Gary Busey. En fin, una película que cuenta con un buen equipo de actores nuevos y viejos con un guión que no resulta rebuscado, ni «cotidiano» en el sentido de que no se nos presenta un filme sobre la mafia italoamericana o sobre pandillas, sino que se nos da la genuina historia sobre la libertad y el cómo obtenerla. El filme cumple en engañar en un principio, pues todavía creemos que toda la historia gira en torno al robo de bancos.
Aquí se sobrepone un buen guión, pues el «robo de bancos» queda a un lado como un simple medio de oposición de un grupo de jóvenes decepcionados con la sociedad. Bodhi (Patrick Swayze) dirige a una banda de ladrones de bancos denominada The Ex-Presidents debido a la apariencia empleada en los robos, máscaras de expresidentes. Con la investigación de los agentes del FBI Utah (Keanu Reeves) y Pappas (Gary Busey) se llega logra demostrar que los todavía desconocidos ladrones de bancos son, en realidad, profesionales. Tienen un patrón de tiempo y atracan bancos pequeños, hasta que llega el verano y los atracos cesan. Bodhi, el gurú de los surfistas armados, entiende que el delito es un medio para una vida de libertad absoluta, al margen del sistema y de las comodidades de la modernidad. Es decir, que trasciende la idea de crimen. La filosofía de Bodhi queda marcada en la siguiente frase:
If you want the ultimate, you've got to be willing to pay the ultimate price. It's not tragic to die doing what you love.
Un análisis simplista de la película nos daría como resultado el que un grupo de jóvenes entra al crimen por caprichos materiales y hedonísticos, así como un agente del FBI queda en duda moral por enamorarse de una mujer cercana a los surfistas y por sentir agrado, interés y admiración por la figura de Bodhi, el líder de los Ex-presidentes. Por aquí me encargaré de dar algunas luces sobre lo que yo considero el tratamiento real que debería dársele a la película y cómo esta, en tiempos tan convulsos como los actuales, tiene una perspectiva superior a la que el cinéfilo cotidiano está acostumbrado a ver. Es una película sobre libertad, más no es una película sobre libertinaje. Es una película sobre los medios para obtener la aristocracia, no una película sobre hacerse rico a partir del crimen. Es un filme aristocratizante, en cierta manera. No hay respuestas tradicionales en este caso, ya que la vía de estos jóvenes es oponerse al sistema. Es una película del sistema contra el sistema.
Hay terrorismo poético
Una de las ideas que deberíamos de exponer en esta reseña es la de terrorismo poético, un término que hemos rescatado del autor anarquista Hakim Bey —como se le conoce a Peter Lamborn Wilson— y que creemos necesario para poder ahondar en la película. El atraco de bancos no es simple delito, crimen, no es vulgar robo: es terrorismo poético.
WEIRD DANCING IN ALL-NIGHT computer-banking lobbies. Unauthorized pyrotechnic displays. Land-art, earthworks as bizarre alien artifacts strewn in State Parks. Burglarize houses but instead of stealing, leave Poetic-Terrorist objects. Kidnap someone & make them happy […] Don't do PT for other artists, do it for people who will not realize (at least for a few moments) that what you have done is art. Avoid recognizable art-categories, avoid politics, don't stick around to argue, don't be sentimental; be ruthless, take risks, vandalize only what must be defaced, do something children will remember all their lives—but don't be spontaneous unless the PT Muse has possessed you […] Dress up. Leave a false name. Be legendary. The best PT is against the law, but don't get caught. Art as crime; crime as art.
En resumen, el terrorismo poético puede ser vandalizar causas sin robar nada, secuestrar a alguien y hacerlo feliz, prescindir del arte tradicional, aborrecer la política, nunca debatir, jamás ser sentimental, tomar riesgos hacer algo para ser recordado y dejar un nombre falso, ser una legenda. El mejor terrorismo poético, dice Hakim Bey, es contra la ley. Nunca debes ser atrapado, pues el arte es crimen y el crimen es arte. La banda de Bodhi se acerca a estas coordenadas, aunque esté sacando un beneficio material de sus acciones contra la banca. Vemos un performance en el atraco que hacen a los bancos, pues los disfraces no son sólo para evitar la atención de las fuerzas del orden sino para causar un efecto poético, son un ataque al sistema —Reagan, seguido de otros presidentes, decide desangrar al sector bancario a punta de pistola— y un mensaje a todo lo que representa la tiranía moderna de la plutocracia. Podrían ser vistos como anarquistas a simple vista, pero en el fondo son sólo personas ordinarias, sin categorías políticas ni etiquetas, que desean ser libres.1
Hakim Bey reconoce que la reacción de la audiencia, el shock estético, producido por el terrorismo estético es tan fuerte como la emoción de terror —que es a su vez una expresión de poder— o puede ser, por otro lado, una expresión de disgusto, de temor supersticioso o de excitación sexual.2 Esta forma de terrorismo simbólico no resulta exitosa, como ya hemos dicho, si no influye o determina la vida de alguien. Pensamos en el agente Johnny Utah, que persigue a esta banda y termina metida en ella, incluso sintiendo simpatía en los últimos minutos de la película por Bodhi. Renuncia al FBI tras dejar libre a Bodhi para que complete su suicidio ritual, su muerte heroica.
La lealtad a la muerte
Bodhi no huye de Utah por cobardía, no fragua el secuestro de Tyler por bajeza moral o simple mentalidad criminal, sino porque es un medio para posponer la inevitable realización de su plan. El surfista quiere, valga la redundancia, surfear la ola más grande de los tiempos. Es inevitable que lo haga y sólo es posible hacerlo una vez, no hay segundas oportunidades. Utah quiere arrestarlo, pues es parte de su trabajo como agente de la ley y además quiere resarcir el daño que Bodhi hizo a Tyler, en general. Bodhi pierde a todos sus amigos, muere uno a uno. Se interpreta como la ambición ganándole al asceta pero, en realidad, es una lealtad absoluta a lo que será su muerte. Cabalgar la última gran ola es un acto, pues, de suicidio ritual. Es su muerte y le ruega, a pesar de no ser a un cobarde, a Utah que le deje surfear una última ola. Con un «vaya con Dios», Utah libera a Bodhi y le permite perderse en el mar. No se puede contra el destino, cosa que ya Bodhi sabía. Recuerda al Hagakure:
Esperad cada día a la muerte para que, cuando llegue el momento, podáis morir en paz. Cuando viene la desgracia, no es tan horrible como se creía...
Trabajad cada mañana en calmar vuestro espíritu, e imaginad el momento en que tal vez seréis desgarrados o mutilados por unas flechas, por unos disparos de bala, por unas lanzas o por unos sables; arrastrados por enormes olas, arrojados a las llamas, heridos por el rayo, derribados por un terremoto, caídos en un precipicio o muriéndoos de enfermedad o durante una circunstancia imprevista. Morid con el pensamiento cada mañana, y ya no temeréis morir.3
Yourcenar, en su obra sobre Mushima, clasifica entre dos tipos de hombre: los que apartan la muerte de sus pensamientos y los que aceptan la muerte como inevitable, dirigiendo todas sus energías al perfeccionamiento físico y espiritual sabiendo que ésta les acecha. Hay retazos de esta aceptación de la muerte tanto en el pensamiento cristiano como humanista, no sólamente en la tradición japonesa. Pero como advierte la autora, juzgar cuál es la vía más acertada es cosa del lector. Aceptar la muerte podría ser una manía morbosa o una heroica disciplina según la perspectiva. En Point Break vendría a ser lo segundo.
En Montaigne hay mensajes análogos (también encontraremos en él otros totalmente contrarios). Y, lo que es más curioso, por lo menos existe un párrafo de Madame de Sévigné en que medita sobre su muerte como buena cristiana y que, en cierto modo, viene a sonar lo mismo. Pero aún era la época en que el humanismo y el cristianismo miraban sin pestañear los finales definitivos. En este caso, sin embargo, parece ser que no se trata de esperar la muerte a pie firme, sino de imaginarla como uno de los incidentes, imprevisible en su forma, de un mundo en perpetuo movimiento y del cual formamos parte. El cuerpo, ese «telón de carne» que tiembla y se agita sin cesar, acabará partido en dos o roído hasta los huesos, probablemente para revelar ese Vacío que Honda no percibió hasta que era demasiado tarde y antes de morir. Hay dos clases de seres humanos: aquellos que apartan la muerte de su pensamiento para vivir mejor y más libremente, y aquellos otros que, por el contrario, se sienten vivir con más fuerza y más inteligencia cuando la acechan en cada una de las señales que ella les hace a través de las sensaciones de su cuerpo y de los azares del mundo exterior. Esas dos clases de mentes no se amalgaman nunca. Lo que los unos llaman una manía morbosa, es para los otros una heroica disciplina. Es el lector quien debe juzgar.4
Las olas como una zona temporalmente autónoma
Una zona temporalmente autónoma (en español, Z. T. A. y en inglés, T. A. Z.) se refiere a redes de información, zonas al margen del Estado y de la estatalidad, sea en la red o en un determinado espacio geográfico. Como ejemplos históricos, Bey plantea la existencia de utopías piratas, de islas dedicadas al contrabando, de sociedades medievales, entre otros casos. Las zonas temporamente autónomas están fuera de la órbita del Estado o tienen como propósito estarlo. Lo que, una vez más, recuerda a las maquinarias de guerra de Deleuze y Guattari.
THE SEA-ROVERS AND CORSAIRS of the 18th century created an "information network" that spanned the globe: primitive and devoted primarily to grim business, the net nevertheless functioned admirably. Scattered throughout the net were islands, remote hideouts where ships could be watered and provisioned, booty traded for luxuries and necessities. Some of these islands supported "intentional communities," whole mini-societies living consciously outside the law and deter¬ mined to keep it up, even if only for a short but merry life.5
Las olas cumplen este papel en Point Break. Véamoslo así: el único momento donde los personajes principales son libres, donde los atracadores de bancos tienen paz y pueden disfrutar de su vida aristocratizante, es en el mar, en las olas, en las playas. Su vida llena de adrenalina sólo es posible al margen del Estado, del gobierno, de las instituciones, de la burocracia, del mundo capitalista del que quieren mantenerse fuera. La externalidad de las olas, de las naturaleza, les protege contra la inmersión del capitalismo y de la modernidad. Esta autonomía acaba cuando el FBI termina por frustrar todos sus intentos, solo dejándole a Bodhi la ventana de oportunidad para su muerte ritual. La banda de surfistas vive en una mini-sociedad, en un núcleo limitado a la libertad de poder surfear y vivir con abundancia material sin tener que invertir, ni alienarse, al sistema.
The Nietzschean overman, if he existed, would have to share to some degree in this "criminality" even if he had overcome all obsessions and compulsions, if only because his law could never agree with the law of the masses, of state & society. His need for "war" (whether literal or metaphorical) might even persuade him to take part in revolt, whether it assumed the form of insurrection or only of a proud bohemianism.
For him a "society without law" might have value only so long as it could measure its own freedom against the subjection of others, against their jealousy & hatred. The lawless & shortlived "pirate utopias" of Madagascar & the Caribbean, D'Annunzio's Republic of Fiume, the Ukraine or Barcelona—these would attract him because they promised the turmoil of becoming & even "failure" rather than the bucolic somnolence of a "perfected" (& hence dead) anarchist society.6
Madagascar, el Fiume, las utopías piratas, son los ejemplos de Bey. Son fracasos pero aquí es donde hablamos de temporalidad, de que son escapes de la órbita del Estado. Estas sociedades sin ley, sin más normas que las mutuas convenciones, son útiles en la medida en que pueden servir de escudo y protección contra la opresión de los otros. No es el hecho de surfear, sino de surfear en libertad y contra toda marea estatal.
Babylon takes its abstractions for realities; precisely within this margin of error the TAZ can come into existence. Getting the TAZ started may involve tactics of violence and defense, but its greatest strength lies in its invisibility—the State cannot recognize it because History has no definition of it. As soon as the TAZ is named (represented, mediated), it must vanish, it will vanish, leaving behind it an empty husk, only to spring up again somewhere else, once again invisible because undefinable in terms of the Spectacle. The TAZ is thus a perfect tactic for an era in which the State is omnipresent and all-powerful and yet simultaneously riddled with cracks and vacancies. And because the TAZ is a microcosm of that "anarchist dream" of a free culture, I can think of no better tactic by which to work toward that goal while at the same time experiencing some of its benefits here and now.7
Por supuesto, iniciar una zona temporamente autónoma implica tácticas violentas y una férrea defensa. La vía de Bodhi es destruir el corazón del sistema bancario: asaltar bancos, advirtiendo a la oprimida ciudadanía que no tienen nada que arriesgar, pues el dinero de los bancos está asegurado y ninguno va a perder un centavo. Los Ex-presidentes sólo requieren un momento del tiempo de los ciudadanos de a pie para, acto seguido, proceder a robar el banco en tiempo límite. Nunca entran a las bóvedas, pues no necesitan excederse. He ahí la magia del profesional que lucha por su sueño.
Hello, hello, hello, ladies and gentlemen. We are the Ex-Presidents. And we need just a few moments of your time.
Las zonas temporalmente autónomas están compuestos por guerrilleros, aunque éstos no estén ideologizados ni terminen por ser partisanos. Atacan y escapan. Es un golpe, son indetectables y su carácter espectral, más que su absoluta libertad, es lo que los aleja de las redes del Estado. Estas zonas no tienen que ser físicas, dice Bey, sino que pueden ser datos alojados en la red. La máquina de guerra nómada conquista sin ser vista. La banda desaparece cada verano para realizar su sueño nómada.
The TAZ is an encampment of guerilla ontologists: strike and run away. Keep moving the entire tribe, even if it's only data in the Web. The TAZ must be capable of defense; but both the "strike" and the "defense" should, if possible, evade the violence of the State, which is no longer a meaningful violence. The strike is made at structures of control, essentially at ideas; the defense is "invisibility," a martial art, and "invulnerability"—an "occult" art within the martial arts. The "nomadic war machine" conquers without being noticed and moves on before the map can be adjusted. As to the future—Only the autonomous can plan autonomy, organize for it, create it. It's a bootstrap operation. The first step is somewhat akin to satori —the realization that the TAZ begins with a simple act of realization.8
Deleuze y Guattari exponen el ejemplo arcaico griego en el que los descendientes de Heracles, Aquiles y Ajax poseen fuerzas para afirmar su independencia frente Agamenón, que parece aquí asociarse a un hombre de Estado.
Atrapado entre los dos polos de la soberanía política, el hombre de guerra aparece desfasado, condenado, sin futuro, reducido a su propio furor que vuelve contra sí mismo. Los descendientes de Heracles, Aquiles, y luego Ajax, todavía poseen fuerzas suficientes para afirmar su independencia frente a Agamenón, el hombre del viejo Estado, pero no pueden nada frente a Ulises, el hombre del naciente Estado moderno, el primer hombre de Estado moderno. Ulises heredará las armas de Aquiles, para modificar su uso, someterlas al derecho de Estado, no Ajax, condenado por la diosa a la que ha desafiado, contra la que ha pecado. Nadie mejor que Kleist ha mostrado esta situación del hombre de guerra, a la vez excéntrico y condenado. Pues, en Pentesilea, Aquiles ya está separado de su poder: la máquina ha pasado al campo de las Amazonas, pueblo-mujer sin Estado, en el que la justicia, la religión, los amores están organizados según un modelo exclusivamente guerrero. Descendientes de los escitas, las Amazonas surgen como el rayo, "entre" los dos Estados, el griego y el troyano. Lo arrasan todo a su paso. Aquiles se encuentra ante su doble, Pentesilea. Y en su ambigua lucha, Aquiles no puede evitar abrazar la máquina de guerra o amar a Pentesilea, así pues, traicionar a la vez a Agamenón y a Ulises. Y sin embargo, ya pertenece suficientemente al Estado griego para que Pentesilea, por su parte, no pueda entrar con él en la relación pasional de la guerra sin traicionar la ley colectiva de su pueblo, esa ley de manada que prohíbe "elegir" al enemigo, y entrar en enfrentamientos directos o en distinciones binarias.9
Aquí, de hecho, vemos cómo la zona temporalmente autónoma o la máquina de guerra nómada son, a la vez, fuerzas de desterritorialización. El nómada se une o liga al territorio a partir de desterritorializarse de la ciudad, de la urbe, del centro político. La extensión de la tierra nómada es, pues, la extensión de la estepa o del desierto. En este caso, la extensión del mar, de las olas.
Para el nómada, por el contrario, la desterritorialización constituye su relación con la tierra, por eso se reterritorializa en la propia desterritorialización. La tierra se desterritorializa ella misma, de tal manera que el nómada encuentra un territorio. La tierra deja de ser tierra, y tiende a devenir un simple suelo o soporte. La tierra no se desterritorializa en su movimiento global y relativo, sino en lugares precisos, ahí donde el bosque retrocede y la estepa y el desierto progresan.10
La relación de Bodhi con el mar es, pues, su zona autónoma temporal. Bodhi se separa o desterritorializa de California, de los Estados Unidos, del mundo moderno, a partir de su relación metafísica con el Pacífico. Su muerte es, de hecho, su unión final y definitiva con los mares. Es la poesía de un joven sensible, de un terrorista que emplea la anarquía como arma contra todo lo que desprecia.
Selbstüberwindung
Point Break es la búsqueda nietzscheniana de la voluntad, de la superación de sí mismo. Bodhi aspira a controlar su vida, sin que nadie la controle. El atraco de bancos es, pues, el medio para la libertad absoluta de cabalgar las olas y las olas, como ya hemos repetido hasta el cansancio, es la sociedad que ha creado Bodhi para sí mismo y los suyos. Es su voluntad.
¿Voluntad de verdad llamáis vosotros, sapientísimos, a lo que os impulsa y os pone ardorosos?
Voluntad de volver pensable todo lo que existe: ¡así llamo yo a vuestra voluntad!
Ante todo queréis hacer pensable todo lo que existe: pues dudáis, con justificada desconfianza, de que sea pensable.
¡Pero debe amoldarse y plegarse a vosotros! Así lo quiere vuestra voluntad. Debe volverse liso y someterse al espíritu, como su espejo y su imagen reflejada.
Ésa es toda vuestra voluntad, sapientísimos, una voluntad de poder; y ello aunque habléis del bien y del mal y de las valoraciones.11
La voluntad de poder, la voluntad de vida, la voluntad de hacer y ser libre son los mantras de Bodhi. Se supera a sí mismo, supera a la sociedad que le encadena y decide crear en un acto destructivo. En la filosofía del surfista hay una idea suprema de libertad. El aristócrata se impone a la adversidad de un mundo que lo desprecia.
Habéis sido vosotros, sapientísimos, quienes habéis colocado en esa barca a tales pasajeros y quienes les habéis dado pompa y orgullosos nombres, — ¡vosotros y vuestra voluntad dominadora!
Ahora el río lleva vuestra barca: tiene que llevarla. ¡Poco importa que la ola rota eche espuma y que colérica se oponga a la quilla!
No es el río vuestro peligro y el final de vuestro bien y vuestro mal, sapientísimos: sino aquella voluntad misma, la voluntad de poder, — la inexhausta y fecunda voluntad de vida.12
A servir al más fuerte, a eso persuádele al más débil su voluntad, la cual quiere ser dueña de lo que es más débil todavía: a ese solo placer no le gusta renunciar.
Por el poder, pensaría Bodhi, de ser libre. La violencia de la superación es una fuerza motora del hombre aristócrata, del superhombre, del que se alza sobre el resto de los hombres. Querer vivir en libertad, fuera de Babilonia, es un fin noble. No es una mera justificación de la violencia, sino una justificación del hecho de querer cortar el cordón umbilical que nos une con la opresión de un Estado sin principios, sin valores, sin ideas supremas ni absolutas. La irreligión cercena al hombre hasta volverlo un esclavo que justifica a sus amos y señores. Nada le une al Estado salvo la servidumbre.
Y así como lo más pequeño se entrega a lo más grande, para disfrutar de placer y poder sobre lo mínimo: así también lo máximo se entrega y por amor al poder — expone la vida.
Ésta es la entrega de lo máximo, el ser riesgo y peligro y un juego de dados con la muerte.
Y donde hay inmolación y servicios y miradas de amor: allí hay también voluntad de ser señor. Por caminos tortuosos se desliza lo más débil hasta el castillo y hasta el corazón del más poderoso — y le roba poder.
Y este misterio me ha confiado la vida misma. «Mira, dijo, yo soy lo que tiene que superarse siempre a sí mismo.
En verdad, vosotros llamáis a esto voluntad de engendrar o instinto de finalidad, de algo más alto, más lejano, más vario: pero todo eso es una única cosa y un único misterio.
Prefiero hundirme en mi ocaso antes que renunciar a esa única cosa; y, en verdad, donde hay ocaso y caer de hojas, mira, allí la vida se inmola a sí misma — ¡por el poder!
Pues yo tengo que ser lucha y devenir y finalidad y contradicción de las finalidades: ¡ay, quien adivina mi voluntad, ése adivina sin duda también por qué caminos torcidos tiene él que caminar!
Sea cual sea lo que yo crea, y el modo como lo ame, — pronto tengo que ser adversario de ello y de mi amor; así lo quiere mi voluntad.13
Sólo nos queda preguntarnos: ¿es Bodhi un anarquista o un anarca? Nos decantaríamos por lo segundo, puesto que Bodhi no quiere asociarse, ni tampoco gobernar o imponer. Bodhi quiere gobernarse a sí mismo. Ocasionalmente, por su accionar, Bodhi cae en el vulgar anarquismo pero sus intenciones, al final, son las de operar dentro de su propio espacio. Es individualista.
The positive counterpart of the anarchist is the anarch The latter is not the adversary of the monarch but his antipode, untouched by him, though also dangerous. He is not the opponent of the monarch, but his pendant.
After all, the monarch wants to rule many, nay, all people; the march only himself. This gives him an attitude both objective and skeptical toward the powers that be; he has their figures go past him—and he is untouched, no doubt, yet inwardly not unmoved, not without historical passion. Every born historian is more or less an anarch? if he has greatness, then on this basis he rises without partisanship to the judge's bench.14
Point Break vende indirectamente la idea, aunque los fines de la directora y de su guionista no vayan más allá, de ser dueño de sí mismo, de vencer contra todo pronóstico la esclavitud y la tiranía de la modernidad. Es una película que, a su modo, resulta reaccionaria y no un vago ejercicio del new age hollywoodense. Una película del sistema nos da una alternativa contra el sistema y esta es toda la crítica literaria, cinematográfica, que interesa. Es una invitación a surfear en un mar de decadencia, opresión y desapego, haciendo lo que realmente nos importa y atándonos a los nobles y bellos fines que sí hacen la diferencia dentro de tanta indiferencia.
It was never about money for us it was about us against the system. That system that kills the human spirit. We stand for something to those dead souls inching along the freeways in their metal coffins. We show them that the human spirit is still alive
Hakim Bey, T. A. Z.: The Temporary Autonomous Zone, Ontological Anarchy, Poetic Terrorism (Nueva York: Autonomedia, 2003), 4-6.
Ibid., 5.
Marguerite Yourcenar, Mishima o la visión del vacío (Barcelona: Seix Barral, 1985), 121.
Ibid., 122.
Bey, T. A. Z., 95.
Ibid, 87.
Ibid., 99.
Ibid., 100.
Gilles Deleuze y Félix Guattari, Mil mesetas: Capitalismo y esquizofrenia (Valencia: Pre-Textos, 1988), 366.
Ibid., 386.
Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra: Un libro para todos y para nadie (Madrid: Alianza Editorial, 2003), 174.
Ibid., 175.
Ibid., 176.
Ernst Jünger, Eumeswil (Nueva York: Telos Press Publishing, 2015), 30-31.